The Floating Bed by Elliot Goldenthal (Frida: Original Motion Picture Soundtrack, 2022)
Ayer vi la biografía fílmica de Frida Kahlo (1907-1954) del año 2002, protagonizada por Salma Hayek. Me apena lo mucho que me decepcionaron ciertas decisiones narrativas, en las que toda la historia de Kahlo se construye en torno a su relación con Rivera, porque la estética de la película es bellísima y la actuación de Hayek es magistral. Aunque es indudable la influencia que tuvo en su obra el tormento que fue la relación con Diego de Rivera, la decisión de narrar toda su trayectoria en base a él es, cuanto menos, cuestionable. Pero lo cierto es que, tampoco estoy convencida de que la realidad fuera muy diferente. Kahlo era arrolladora, valiente, y una gran artista, aunque no creo que sea un modelo a seguir para ninguna mujer, al menos en el ámbito personal. Quizás el retrato no es sino verídico, en tanto que Frida Kahlo quiso aguantar tanto durante el matrimonio, que su única salida era la pintura. Así lo hace ver esta película, que si hubiera doblegado la historia para ofrecer un relato crítico en el que Frida se resistiera frente a los comportamientos y el maltrato de Diego, habría dejado de ser una biografía. Porque eso es algo que Kahlo, simplemente, no hizo.
“Al final del día, podemos aguantar mucho más de lo que pensamos que podemos”
Frida Kahlo
La historia de Frida Kahlo, como tantas otras, se ha reescrito tantas veces como fuera necesario para volverla de interés, para convertirla en un icono fácilmente digerible, en este caso concreto, además, en un icono feminista. Por su inconformismo frente a los estándares de belleza eurocéntricos, su centralización de su identidad mexicana y sus tendencias políticas se le ha identificado como el culmen de la rebeldía femenina. Y sin embargo, estaba tan subyugada al matrimonio como cualquier ángel del hogar.
La lectura de las cartas de Frida es un ejercicio necesario pero doloroso. La película resuelve esta cuestión introduciendo sus palabras en los diálogos. Como estudiante de Historia del Arte, si hubo algo que aprecié de esta película fue la brillantez con la que las fuentes que conservamos de la vida de Frida Kahlo y Diego Rivera, su arte, fundamentalmente, se incluyeron. Lo que no logro comprender es el motivo de que esta película se rodase en su versión original en inglés.
La escena en la que se introduce esta obra se produce tras uno de los momentos más dolorosos del matrimonio, cuando Frida descubre el amorío de su esposo con su hermana. Son estos detalles, esta consideración de Kahlo como un ser completo, que vive y luego pinta, que pinta lo que vive, lo que le da el valor a la película. No soy partidaria de la separación de la obra y del artista, pero es que en este caso sería impensable. La obra es la mujer en tanto que la mujer necesita de la obra para sobrevivir. Frida no se disuelve en la pintura, sino que la consolida.
“No pretendo causarte lástima, a ti ni a nadie, tampoco quiero que te sientas culpable de nada, te escribo para decirte que te libero de mí, vamos, te “amputo” de mí, sé feliz y no me busques jamás. No quiero volver a saber de ti ni que tú sepas de mí, si de algo quiero tener el gusto antes de morir es de no volver a ver tu horrible y bastarda cara de malnacido rondar por mi jardín. Es todo, ya puedo ir tranquila a que me mochen en paz.
Se despide quien le ama con vehemente locura,
Su Frida.”
Frida Kahlo en una carta a Diego Rivera fechada en 1953, un año antes de su muerte
La lucha de Kahlo contra Diego, la irreverencia que debió salvarla del tormento de un matrimonio infeliz, no se debe buscar fuera del lienzo. Es en la pintura, en sus autorretratos honestos, tortuosos, donde ella batalla contra el dolor inflingido por su esposo. Porque es Frida Khalo, la artista, la que sobrevive en el relato, en nuestra memoria y en la idealización que hemos hecho de su figura. Frida, la mujer que se dejó vencer por el mito del amor romántico, la que blandía el pincel con fuerza pero cuya identidad se deshacía bajo la caricia intermitente y condicional de Rivera, no resistió.
“Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida: uno es del tranvía, el otro es Diego.”
Frida Kahlo
Anular el sufrimiento de Frida para convertirla en un icono moldeable, que podamos encontrarla en nuestras tazas, bolsos, pañuelos es el mayor triunfo de un sistema basado en el consumo, que ha convertido el arte en algo decorativo y a los artistas en seres superfluos. Hemos llegado hasta tal punto, que quemaríamos su obra si eso le diera más valor a la pervivencia de las reproducciones digitales. Me encantaría estar exagerando.


Diego Rivera no mereció el amor de Frida Kahlo, de la misma forma que nosotros no merecemos ni su obra ni la de ninguno de los artistas a los que hemos convertido en meros canalizadores de nuestra adicción al consumo. Y aún así seguirán creando. Porque el arte no se trata del público, no se trata de comprar y vender, no se trata de la industria, el arte se trata de resistir. Y de rendirse, como Frida debió hacer con Diego.
“Espero alegre la salida – y espero no volver jamás.”
Anotación que acompaña su ilustración Ángel de la muerte, el último dibujo de su diario.
Referencias y algunos artículos sobre la obra de Frida Kahlo:
DOSAMANTES-BEAUDRY, Irma. “Frida Kahlo: the creation of a cultural icon”, En: The Arts in Psycotherapy, vol. 29, pág. 3-12. www.sciencedirect.com/science/article/
RUIZ ARTOLA, Inés. “Las dos Fridas: lucha de contrarios, ambivalencias y duplicaciones en la obra de Frida Kahlo”, En: Isla de Arriarán (2007), pág. 175-194. dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/
AMEZCUA, Manuel. “Frida Kahlo o la estética del padecimiento”, En: Index de Enfermería. scielo.isciii.es/scielo.php
Sobre la película:
SHAON, Shaolin; NIFAT, Sultana. “The Study of Signs in Frida (2002): Exploring the Creative Nexus between the Film and the Paintings” En: Social Science Review (2024), vol. 41. banglajol.info/index.php/SSR/article